Odio dignissimos blanditiis qui deleni atque corrupti.

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Conoce el Hamam: el SPA más lujoso del mundo

De todos los SPA del mundo hay uno incomparable: el Hamam o baño turco. En Estambul, la capital de Turquía es el mejor lugar para vivirlo… Y claro, conocer aquello que ha dado fama a la capital del Antiguo Imperio Otomano: especias, sedas y muchas historia

Milenario, musulmán y otomano, el llamado “baño turco” tiene actualmente la connotación de un “spa” y su ejercicio es tan histórico como mística: La purificación del cuerpo y del alma… Una ablución. Pero también un gran lugar para hacer negocios y ser visto.  Hoy en día conserva su estructura y tradición sin cambio alguno y todavía es posible vivirlo dentro de un edificio del Siglo XVI en la capital de todas las civilizaciones: Estambul.

El SPA turco

El baño turco conocido como Hamam fue la respuesta asiática a los baños romanos que los emperadores llegaron a construir a sus territorios. Sus orígenes antropológicos se rastrean en la antigua Arabia y se encuentran en Andalucía durante la ocupación mora en España: Al-Andalus. 

En los países que hoy se sitúan en lo que fueron Persia y Constantinopla (Anatolia misma, en Turquía), cada Hamam tiene su propio estilo; persiste como “baño público musulmán”, aun cuando se sigue conociendo como “baño turco” en casi todo el mundo por costumbre.

Durante el Imperio Otomano se adoptó como una tradición nacionalista y local y hasta ahora se compone de un edificio dispuesto en varios niveles divididos en zonas masculinas y femeninas con pequeñas o grandes cabinas; cada zona presenta una estructura de mármol en medio con patrones musulmanes o bizantinos, para que el huésped se coloque y sea bañado por un especialista. Al edificio lo corona una torre con cuatro ventanales troquelados que permiten escapar al vapor e identificar desde las calles que se trata de un Hamam.

Si bien estos baños públicos eran comunes para la aristocracia y los comerciantes, las clases trabajadoras también los usaban, solo que en lugar de mármoles y decorados lujosos, de piedra, arena y ladrillo.

Al Hamam lo distingue una “cama” mármol o un salón comunitario con la misma “cama” en estructura circular u octagonal.  Aparte de esta haber dos espacios más: el caldarium para preparar el cuerpo con vapor caliente, y el frigadarium posterior para reposar y tensar la piel. 

La terapia consiste en lavar, exfoliar y mojar el cuerpo entero (incluido el pelo) con jabones líquidos elaborados con aceites y especias, se realiza una exfoliación natural y la piel se talla y se enjuaga con las toallas de algodón y lino exclusivas para el Hamam. Son varias pasadas de limpieza profunda, exfoliantes y masajes en la cabeza y las articulaciones.

Cortesía.

El beneficio inmediato es para la piel para despojarlo de toxinas, promover la circulación, ayudar a drenar la retención del agua y movilizar el cuerpo para su mejor digestión. El segundo beneficio es la relajación tras un día de trabajo extenuante o por el simple gusto de hacer el ritual para relajarse o meditar mientras se masajean gentilmente la cabeza y las extremidades. Es casi un masaje linfático, pero con agua.

El Hamam más antiguo existente de Estambul es el Hurrem Sultan Hamam que data de 1556 y fue encargado por “Roxelana” como se le conocía despectivamente a la despilfarradora esposa del sultán otomano Süleyman El Magífico. Estuvo cerrado durante 100 años hasta que el gobierno lo restauró a su forma original y desde 2011 opera como punto turístico.

 Está a un lado de la Mezquita Hagia Sofia y su decoración se mantiene con finos detalles Ablaq -esa arquitectura islámica heredada del previo imperio Bizantino.

El Hamam más exclusivo del Bósforo

Si bien el Hurrem es el más histórico, el que gana como el más lujoso del Bósforo es el nuevo Hamam del hotel The Peninsula, inaugurado apenas en 2023 en el puerto de Galata, en lo que era un embarcadero sobre el mar y que es la gran novedad tursítica y de alto lujo de la capital.

Ubicada en una zona exclusiva junto al Museo de Arte Moderno, las boutiques de diseño y a pie del Mar Bósforo, The Peninsula ofrece un Spa en una sola planta, en el sótano de uno de los tres edificios antiguos que componen la propiedad. Al salir del elevador se abre un enorme pasillo: el Stoa. Así se le llama al amplio corredor de mármol con columnas dóricas de la antigua Grecia que inspiraron al Imperio Otomano.

Desde esta sala de recepción hasta el vestidor queda claro que será un Hamam high-end: La antesala son el sauna y el vapor por 10 minutos antes de pasar al salón de mármol blanco donde dejar las pertenencias para envolverse en una toalla de algodón estilo Anatolia y pasar semidesnudo a otro mundo, a otra época. 

El inmenso mármol blanco respeta la idea estética de los Hamam históricos que se encuentran en los museos de Akko o El Cairom que dan lugar a la circunferencia perfecta que rodea el salón cuadrado, en el que reposan asientos tallados del mismo material junto a los muros. Debajo de los mármoles sale el vapor y en los lavabos de latón y cobre las cascadas constantes de agua caliente.

Cortesía.

En The Peninsula el Hamam lo realiza una masajista tailandesa, como dicta la moda del nuevo baño turco de lujo. Al huésped solo lo cubre la toalla turca de algodón en la zona baja. El agua caliente y pura es relajante y la experiencia resulta terapeútica.  El calor no abrasa, y luego de tras una hora y media de limpieza, exfoliación profunda y masaje, el frigadarium no es otro que el cool room del SPA.

La habitación de reposo está aromatizado y aclimatado con una suave luz ocre. Cada pequeño cuartel cuenta con una camilla estilo reposet de varias posiciones, iluminación y masajes corporales; hay aguas diversas con frutos secos, tés de especias y música para descansar antes de culminar la sesión SPA.

El área de piscina y jacuzzi es tan amplia como todos los espacios para completar la experiencia Salute Per l’Acqua, pero tras el Hamam es recomendable no usarlo, sino más bien antes, pues los poros abiertos quedan sensibles y la piel puede irritarse.

Todos los productos de baño tanto en el SPA como en las habitaciones son elaborados con especias locales turcas; en el vestidor las secadoras de pelo son Dyson y al salir hay una terraza sobre el Bósforo que complementa la experiencia Hamam The Peninsula, quizás con una copa de champagne o un té turco.

Cortesía.

Vale la pena quedarse un día en el hotel a disfrutar del SPA al menos un día y descansar después de un largo tour orquestado por su Concierge, y cenar en la habitación con vistas al Bósforo o a Galata dispuesto como una cena romántica privada por el equipo de restaurantes. La reserva se puede hacer a través del iPad o bien del número de WA exclusivo del hotel, y así evitar llamadas.

The Peninsula Istanbul

Inaugurado en enero de 2023 sobre el antiguo embarcadero, el hotel se compone de tres edificios históricos exquisitamente restaurados para complacer la exigencia de sus huéspedes: todas las vistas son espectaculares, ya sea al Bósforo de frente, a la Ciudad Antigua o a la Torre de Galata y el Museo de Arte Moderno, y cada suite dispuesta hacia los cuatro puntos cardinales que hacen de la experiencia de la vista en cualquier balcón o ventana algo especial.

Al interior desde la luz hasta las cortinas son controlables por un iPad y con mandos digitales. El mobiliario es de finas maderas con mármol, los tapetes son de seda turca y las toallas de Hamam, además de que no hay plásticos en toda la propiedad, sino materiales reciclados, cristales y metales nobles.

Como todo hotel Peninsula asiático ofrece el clásico té inglés (el primero se abrió en Hong Kong durante la ocupación inglesa), pero aquí la estrella es el té turco a todas horas y en cualquier momento; su propia versión del desayuno turco Türk Kahvalti, compuesto por panal de miel con cremas, quesos, frutos secos, pistaches y panecillos, carnes frías y huevo al gusto con olivas, panalitos de miel y semillas.

 Cuenta con el Lobby Restaurant que cada semana ofrece un menú especial o festival temporal, como el de la trufa blanca, por ejemplo; además de dos restaurantes más: The Topside Bar y la Terraza que solo abre en verano y parte del otoño, y el premiado Gallada, otro poseedor de estrellas Michelin a cargo también del famoso y joven chef turco Fatih Tutak.

Lo mejor es que al hospedarse en The Peninsula el servicio comienza al bajarse del avión, pues un representante del aeropuerto recibe al huésped en la puerta de desembarque, lo lleva en transporte hacia la zona de migración con derecho a fast track y lo auxiliará en cualquier contra tiempo que suceda (inclusive, en sacar la visa que es recomendable solicitar antes del viaje por internet y sin costo).

 Una camioneta Mercedes-Benz con toallas frescas y agua estará disponible para que la llegada al mejor hotel de la capital sea confortable.  Nada sucede sin que sea notado por el staff

Turquía sabe distinto
La gastronomía turca es milenaria y exquisita, un compendio de culturas; pero en la cocina moderna no se quedan atrás y además de los restaurantes 50 Best y otros listados actuales, la referencia es la cocina del chef Yunus Emre Akkor, propietario del relajado comedor otomano Galeyan en la zona turística Sultanahmet en el hipster y funky barrio Karaköy .

Emre es un celebrity chef por derecho propio, pues sin estar en ninguna lista “maldita” cuenta con dos estrellas Michelin y fue llamado por la televisora estatal para realizar un programa en el que viaja por las siete regiones del país para encontrar en los rincones más reconditos un ingrediente o receta tradicional que reinterpreta como nadie.   Sus platillos imperdibles son la carne Gulluoglu y desde luego la Baklava turca.

Otros restaurantes laureados son Aman Da Bravo, una fusión peruana con ingredientes turcos que es un 50 Best; el Turk Faith Tutak poseedor de dos estrellas Michelin por su cocina sostenible con ingredientes totalmente orgánicos de procedencia turca, y por último, Mikla del chef turco-escandinavo Mehmet Gürs, que desempolvó recetas históricas de la Antigua Anatolia para darles una vuelta moderna e innovadora de cocina eurasiática.

Inclusive en los pequeños cafecitos como la Maiden Tower o Kiz Kulesi, en turco (un islote con un faro de más de 2 mil 500 años de existencia) ofrecen desde mezes hasta grandes platos típicos inigualables; en Estambul todo sabe diferente. Todo.

Vuela con clase

Turkish Airlines es una de las aerolíneas del momento por su oferta de lujo, conexiones a todo el mundo y tarifas de ensueño, porque no hay una propuesta con la competitividad en su clase de lujo como sus cabinas cómodas con amenities Ferragamo y hasta sandalias para andar en el avión, además de una cocina que no sabe a avión sino a restaurante turco y cuya presentación es elegante y tradicionalista.

Turkish Airlines sorprende en México por ser desde un 40 por ciento más accesible que cualquier otra aerolínea de lujo; lo mejor es aterrizar (o conectar al resto de Europa y el mundo) en su modernísimo aeropuerto IST, que ofrece todas las tiendas de marcas internacionales y locales, finos restaurantes, sala de masajes y estaciones de cocina.

 El lounge de primera clase más exclusivo para el público con recámaras disponibles para huéspedes a partir de escalas de 6 horas en adelante, e inclusive, una sala dedicada a la UEFA Champions League de la que son patrocinadores. 

Una de las ventajas de volar con ellos al resto del mundo en conexión, es que ofrecen el servicio Stopover en Istanbul para algunos vuelos es que ofrecen dos noches en hoteles seleccionados por la aerolínea para quedarse y conocer un poco de esta ciudad.

TURISMO CLÁSICO

Las Mezquitas

Un paseo obligado es el de Ayasofia (Hagia Sofia en griego) y a unos pasos La Mezquita Azul como se le conoce a la Sultanhamet, misma que da pie a la pasarela peatonal que alguna vez fue el gran Hipódromo Romano de Teodosio II, el más grande del mundo y del que hoy solo queda una pequeña parte que resulta enorme. 

Ayasofia es también un resquicio de la historia de la civilización como la conocemos: Ha sido construida y reconstruida en tres ocasiones; primero por los romanos en 537 D.C., durante 700 años se convirtió al Cristianismo Calcedonio y fue en 1054 cuando la adoptaron los Ortodoxos del Imperio Bizantino; durante las Cruzadas la reclamaron los católicos y hacia el siglo XV la recuperaron los Ortodoxos del Este de Europa. 

Tras la caída de Constantinopla a manos musulmanas en 1453 sirvió como mezquita y así ha funcionado desde entonces. En 1930 el gobierno la convirtió en museo aun cuando mucha gente todavía va a rezar. Las famosas columnas que la rodean son visibles desde casi cualquier punto de Istanbul y son las más largas del mundo. 

En sus jardines se siguen descubriendo basamentos y columnas romanas, bizantinas y otomanas, mientras que al interior paredes, y techos hay santos y vírgenes católicas, figuras de Cristo y dentro de la mezquita las deidades otomanas y ortodoxas, que son las más recientes. La magnificencia de Ayasofia es imperdible. 

Por su parte, la mezquita azul (conocida popularmente así por el color de sus mosaicos) es un auténtico recinto otomano tanto en su origen divino como en su arquitectura.  Aquí está enterrado el Sultan Ahmed I del Imperio Otomano y de ahí su nombre y el del barrio en el que se erigió que conserva la nomenclatura.

La Basílica Cisterna

El museo se llama Yarabatan Sarnici que significa en turco “El Palacio Hundido” y es una de las numerosas cisternas antiguas bajo tierra que existen en Turquía, todas de confección romana; esta data de 527-565 y fue un encargo del Emperador Justiniano I donde existía una basílica y de ahí el nombre compuesto. 

Su espectacularidad se debe a que surtía de agua al Palacio Real y sus cámaras aristocráticas, por ello fascinan las 336 columnas iriginales, cada una de 9 metros e altora en intervalos de casi 5 metros que conforman 12 filas de 28 columnas totalmente romanas con techos estilo bizantino, mismos que se replican en el Gran Bazar y en gran parte de las estructuras antiguas de la ciudad. 

Valen la pena las esculturas modernas que artistas locales han colocado junto a las esculturas talladas originalmente, como la cabeza de medusa o la columna de Lágrimas en honor a los esclavos muertos durante la construcción de la cisterna.

El Gran Bazar
Los turcos son los reyes del regateo, vamos, que ellos lo inventaron. Por ello es común negociar los costos de cualquier producto en las 4 mil boutiques existentes en este famoso bazar que data de 1461. Se divide en 64 calles o pasillos llamados “Han” que son enormes andadores. En sus techos se ve la antigüedad de cada ala: las de ladrillo son las más antiguas mientras que las de mosaico son más recientes.

El gobierno local lo divide en nueve sectores de venta: textiles (la reina es la seda, después el cashmere y por último las lanas), oro, plata, cobre, antigüedades, tapetes, pieles y cueros (son fabricantes para las grandes marcas europeas), souvenirs y ropa (el denim es una estrella, al igual que los bolsos de diseñador).  También encontrarás restaurantes, puestos de especias y “Turkish Delights” o dulces turcos y hasta tatuajes.

El otro gran mercado que es obligado visitar es el de las Especias, ubicado precisamente a unos pasos del Puente de Galata que conecta a la Ciudad Antigua con Karaköy y que es la delicia de aquellos que aman cocinar. Data de 1664 y fue parte de la mezquita Yeni Camii. El nombre turco es Mısır Çarşısı, que significa “Bazar egipcio”. Para saber qué elegir hay que dejarse guiar, pero lo más vendido suele ser el jugo balsámico de granada (Nar Ekşisi) o Sumac, la versión turca de las bayas de ruibarbo, que son exquisitas en ensaladas o como adornos de pasteles.

Los tapetes
El tejido de telar turco es único por el tipo de técnica utilizada: es de una sola cruz mientras que en México, por ejemplo, es de dos. Esta cualidad hace que los detalles sean tan perfectos como los de una pintura; un tapete turco perfecto parece un dibujo y la prueba de fuego es colocar detrás de él una luz ultravioleta (como se hace con el ámbar) y si el dibujo se refleja claramente, entonces se trata de un auténtico tapete de seda turco tejido de forma tradicional. 

En el barrio de Sultanhamet, la galería Tiara ofrece joyas de oro de manufactura turca y los famosos tapetes de seda. Su dueño habla español perfectamente y será encantador y hospitalario con el clásico té de manzana turco. Dará todas las facilidades para poder llevarte uno y enviarlo hasta la puerta de tu casa con el mínimo enganche. Los costos van de 60 a 200 mil pesos. También hay productos muy económicos de seda con bambú y de lana, a partir de 5 mil pesos.

Lo que distingue a los tapetes turcos es el estilo de tejido que no es en cruz sino que tiene tan solo dos vueltas en el telar trabajado a mano por familias exclusivamente dedicado a ese arte. Para verificar su calidad se colocan frente a una luz ultravioleta y los detalles del diseño o dibujo deben ser muy definidos. 

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Por último, los palacios merecen una visita por su belleza. 

El Dolmabahçe Palace y sus bellos jardines se construyeron durante el último imperio otomano, hacia 1854 y funcionó como palacio de gobierno hasta 1922, antes de la fundación de la nación por el general Mustafá Atatürk. El otro es una belleza asiática de la era: Topkapı Palace, quizás el más antiguo en pie que fungió como hogar de los sultanes otomanos desde 1453 cuando Mehmet el Conquistador tomó Istanbul. 

¿Su mayor atractivo? El Harem, que significa “prohibido” y donde el sultán tenía a cerca de 300 mujeres a su disposición cuyas hiustorias se cuentan en sus murales, objetos y  vestigios de lo que fue un paraíso terrenal. Después de todo, aquí es donde han surgido las más ricas civilizaciones de Europa y Asia y por ello Istanbul se auto denomina “El Corazón del Mundo”. Lo es. Hay que venir a comprobarlo..

Texto: Gabriella Morales-Casas

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